Se considera en este apartado otras
características del terapeuta que favorecen la relación terapéutica.
CORDIALIDAD.
La cordialidad implica expresar verbal
y no verbalmente interés y aprecio por el cliente, y cuando es oportuno, ánimo
y aprobación. Conductas no verbales que contribuyen a la cordialidad son el
contacto visual, la sonrisa, la expresión facial de interés, los asentimientos
de cabeza, la voz suave y modulada, la postura relajada, la inclinación
corporal hacia la otra persona, proximidad física, según os casos, un grado
discreto de contacto físico.
COMPETENCIA.
La competencia es la capacidad del
terapeuta para ayudar a sus clientes a resolver sus problemas y mejorar su
confianza en sí mismos. Incluye todas las habilidades necesarias para ello, ya
sean de autoconocimiento, de auto control, relaciones o técnicas.
CONFIANZA.
La confianza es la percepción del
cliente de que el terapeuta trabajará para ayudarle y de que no le engañará o
perjudicará de ningún modo. La confianza en el terapeuta está asociada a
mejores resultados del tratamiento. La confianza viene determinada por la
percepción por parte del cliente de varias características del terapeuta:
Competencia, sinceridad, motivos de intenciones del terapeuta, aceptación sin
juicio de valor, cordialidad, mantenimiento de la confidencialidad, dinamismo y
seguridad, respuestas no defensivas a las pruebas de confianza.
ATRACCIÓN.
Suele haber una correlación positiva
entre la percepción de un terapeuta como atractivo y los resultados del tratamiento,
los clientes infieren la atracción a través de la amabilidad y cordialidad del
terapeuta y de la similitud de este con ellos.
GRADO DE DIRECTIVIDAD.
La directividad viene definida por el
grado en que se dan instrucciones, se proporciona información y
retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece ayuda
específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas.
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